martes, 9 de diciembre de 2008

Controversia Infantil

Controversia Infantil
Por: José Encarnación Alfaro Cázares

Hacía días que el buen amigo Alfredo me había sugerido escribiera algo alusivo a las fiestas decembrinas…

Hubiera querido que las palabras brotaran danzarinas como en fuente de cristal y fluyeran a través de mi pluma, para que la tinta disfrazara de alegorías y confetis las ideas, adornando y tejiendo con serpentina las frases, y plasmaran en el papel de manera eufórica los cuadros de amor y felicidad que año con año nos presenta el comercio de la ciudad.

Pero aquella tarde mientras contemplaba como el sol manchaba en vino los blancos algodones sobre el terciopelo azul que adorna el infinito; unas voces infantiles atrajeron mi atención…

Era Pedrito, el hijo de la vecina, un niño de siete años de edad; a quien sus padres han moldeado en porcelana y fantasía, acostumbrándolo a una vida sin preocupaciones y rodeado por sus caprichos, incubando amorosamente en la fertilidad de su pequeña alma, las semillas de la vanidad y el egoísmo. Vestido de un bonito pantalón azul, sweater de lana blanco que le cubría hasta el cuello, zapatitos negros muy brillantes y su pelo rubio muy bien peinado; discutía con otros dos chiquillos; era un bolerito de aproximadamente nueve años, cara de regaño salpicada de noche, ojos de picardía, pelo de espiga agitada por el viento, dos curiosos ventanales adornaban su dentadura; vestía un lastimado pantalón que le llegaba arriba de los tobillos y una avergonzada camisa color aceituna.

Lo acompañaba otro niño como de cinco años, ¡que lindo chiquitín! Parecía que en su redonda carita, alguna rosa traviesa hubiese pegado dos pétalos para adornar sus mejillas; ojos grandes y expresivos que destellaban la inocencia de su edad; un sucio pantalón corto dejaba lucir sus delgadas piernas y la desnudez de sus pies; un sweater que el tiempo había encogido para que el viento besara su hinchadita pancita.

Me acerqué para escucharlos mejor, al tiempo en que Pedrito decía en tono despectivo:

--Al cabo que Santocóls no les va a traer nada porque andan bien cochinos.


--Ve el vato…todavía cree en Santoclós ¡pinchi viejo gordo, ni existe! –Contesto el mayor de los niños. Pedrito abriendo grandes los ojos, le grito enojado:


--Si existe, en la mañana mi papi me llevó al centro a verlo y me dijo que nada más a los niños buenos les va a traer juguetes y a los mugrosos y a los que dicen malas palabras no les va a traer nada.


--Tas loco guey, es un vato disfrazado que se pone una almohada en la panza.


--Tu estás loco, chamaco cochino; si existe y no les va a traer nada; a mi si porque yo no me ensucio ni digo malas palabras, contestó Pedrito en un tono de indignación.


En eso, la voz de una señora interrumpió el diálogo.


--Ey tú, chamaco, bolero, ven para que me hagas un mandado.
A lo que el muchacho respondió corriendo hacia el lugar donde lo llamaron.


--Tu espérame aquí, grito al chiquillo que lo acompañaba, dejándolo con Pedrito…


¡Que cuadro! El viento soplaba como serpiente, y los árboles respondían con susurros a sus frías caricias. Pedrito simbolizando el jardín de la niñez, donde la felicidad da calor a sus tiernos ensueños y el jardinero de las fantasías los mima y les da regalos.

Y el otro chiquitín, linda flor que no vive la primavera de su existencia, porque al nacer lo recibió en brazos el infortunio y la vida lo enfermo de ese cáncer que se llama necesidad, que oculta a su tierna alma el calor de la alegría navideña, el juguete regalado, la caricia recibida, el abrigo, la comida; y porque los niños de su clase, sólo están acostumbrados a recibir malos tratos de otros niños que consideran a los amiguitos de la calle como cosas despreciables y no como a pequeñas almas heridas por las flechas de la desventura.

Ahí estaban, uno frente del otro, mirándose como extraños. Pedrito rompió el silencio:

--Oye tú, ¿y a ti qué te va a traer Santoclós?


--No se-- contesto una cándida vocecilla --¿y a ti?


--A mi me va a traer una bicicleta, un trenecito, una pelota, unas pistolas, un avión, un carro de carreras y otras cosas que le pedí en la carta que le llevó mi papá.


El más pequeño, con su boquita abierta, miraba a Pedrito como queriendo consumir cada palabra, cada sueño del niño.


--Pero dice Pancho que Santoclós no existe.


--Si existe, -le gritó Pedrito-, es que Santoclós no le trae nada a el porque dice malas palabras; pero si te portas bien, si te trae regalos, nada mas que para que llegue a tu casa, deben tener un arbolito de navidad con muchas lucecitas, y colgar el calcetín más limpio en la chimenea; yo ya puse el mío…


Los ojos del chiquitín se entristecieron, fijó su mirada en el piso con una mirada en la que descubrí la amargura de una lágrima y la infinita tristeza de los pobres; tal vez porque recordó que en su casa no hay arbolito de navidad, o porque el frío le dijo que no tenía zapatos.

25 de Diciembre de 1974
José Encarnación Alfaro Cázares




"Este cuento lo escribió mi papá cuando tenía 18 años de edad, hace ya 34 años de esto. No se si es por el hecho de que el personaje de "el niño pequeño" es una proyección personal de mi papá; o por el hecho de que lamentablemente algo que se vio hace ya tantos años sigue siendo una escena clásica y frecuente en el mundo de hoy; sea lo que sea este cuento siempre me conmueve y me pone a pensar.
Realmente espero que igual a ustedes les haya movido una que otra neurona sentimental y que esto los invite a hacer algo al respecto. No digo que el día de mañana se embarquen en una misión para acobijar a todos los necesitados, ni que le dediquen su vida a solucionar los problemas de la pobreza; cosas que serían muy buenas, pero siendo realistas muy pocos las tenemos en mente como meta de vida. Simplemente los invito a que en estas fiestas, cuando estemos acobijados en el calor de la familia, con nuestras chamarras, guantes, gorritos, tomando un rico chocolate caliente rodeados de amigos y regalos y mucha comida; tengamos la decencia de agradecerle a Dios, o a quien quiera que ustedes crean que se le tiene que agradecer, por todas las cosas que tenemos y que otros, lamentablemente, no tienen. "
--Feliz navidad y prospero año nuevo--.

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