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“CANTO A LA AMÉRICA LATINA”
América de hoy, de fuego y de mañana;
América incrustada como ave en mis manos;
mujer de mar y bosque, de cielo y de montaña;
te enredas en la sangre, te escondes en mi llanto,
y en límpida amalgama de lágrima y palabra,
América, te invoco; América, ¡ te canto !.
Te miraron de lejos los vientos del oriente,
y al continente triste, oriundo de la noche,
llevaron tu belleza de cántaros y Dioses;
tu risa inmaculada de cristalinas venas,
tu voz de sortilegio, de trino y de metales,
de bulliciosas selvas y de riquezas tiernas...
Y aquel hispano rico de sueños y ambiciones,
ferviente enamorado del mar desconocido,
se lanza a conquistarte, se viene en legiones
de cirios navegantes, de acero y de corceles;
y surcan el océano la magia de los hombres
que las leyendas rezan en voz de sacerdotes...
Te miraron desnuda los ojos invasores,
y tu cuerpo de virgen, de olor a madreselva
los fascinó, y entonces, robaron tus amores
y te envolvieron toda en besos de arcabuces,
de espaldas y cadenas; te mancilló en la lumbre
dejándote preñada de lengua y de costumbres.
Sobre el cuerpo caído de la raza cobriza
se fundieron el fuego y la sangre mestiza;
y entonces en el viento surgiste inmaculada
con nuevas vestimentas de furia engalanada;
cual Venus misteriosa de magia cristalina
naciste para el tiempo ¡ América Latina !.
En la espalda de tus hijos estallaron latigazos;
las cadenas humillaron, sometieron a los brazos
de los ídolos de barro, de los Dioses milenarios;
les clavaron en el vientre crucifijos y rosarios;
mantuvieron de tu arcilla muchos sueños sometidos
en el rojo de tu sangre y en el sudor de tres siglos...
Pero el llanto de tu vientre masacrado, dolorido,
se escuchó en una campana “como fénix mal herido”,
y las voces de Cuauhtémoc, de Atahualpa, de Lautaro,
se encendieron en el valle, en el risco y en el viento;
y tus pueblos se levantan, dando en pago a la violencia
aquel grito constelado: ¡ Libertad, Independencia !
En un coro de titanes se levantan los fusiles,
las espadas, los puñales, los ideales tan febriles;
la ceniza amenazante de los puños que se enredan
en el bronce fraticida, de los cuerpos que se entregan
en Dolores con Hidalgo, en la voz de una campana;
o en el sueño de Bolívar de la patria Americana...
En los campos de batalla, como en épica elegía
los cadáveres rodaban envueltos en poesía,
como una lluvia de estrellas en el azul universo
era Martí que luchaba con el hierro o con el verso;
Sucre en su furia invocaba a la patria sin confín,
conjugándose en el tiempo con José de San Martín.
En la noche del imperio de una Europa agonizante,
surge Juárez en la historia como estrella fulgurante...
Pasa el tiempo, y en el surco, la semilla libertaria
se vuelve fruto en Zapata, y sus luchas incendiarias
prenden la chispa en la sangre, muestran la luz y el camino
que todos los héroes buscan, como lo buscó Sandino.
América de sangre hispana, enredadera en la historia,
eres como Minerva al tiempo, toda luz y toda gloria;
paisajes en flor abiertos del Bravo a la Patagonia;
constelación de volcanes que en trágica ceremonia
se visten de blanco y cóndor, y cual yelmo misterioso
se convierten en guardianes de tu pasado glorioso.
América latina de hoy, te repites en los siglos;
se disfrazan los imperios; no son espada y escudos
ni corceles, ni fusiles, ni cadenas materiales,
ni el látigo con su furia los causantes de tus males;
es un tirano vestido de traición y de cinismo
que te destroza las venas, lo llaman ¡ Imperialismo !
Chacal que muerde en silencio, metamórfico gusano,
vampiro industrializado que te revienta las manos;
sierpe con voz de progreso revolcada en tu martirio,
hiena moderna y salvaje que en su hambre y su delirio
te devora las entrañas, envilece tu figura,
convirtiendo tus riquezas en guiñapos y basura.
Se reparten a tus pueblos y devoran tu pasado
caen las águilas violadas, cae el cóndor mancillado,
tus recursos naturales los convierten en harapos;
de tus hijos la sonrisa la mutilan en pedazos,
la convierten en comercio del traidor o mercenario,
y te vuelven a enterrar en el vientre los rosarios…
Compran leyes y gobiernos, ponen juntas militares,
clavan colmillo y miseria en tus venas arteriales;
y se atragantan en cobre o en petróleo americano,
en las frutas del Caribe o el estaño Boliviano,
en las selvas Brasileñas o en las pampas Argentinas,
o en los brazos de los pueblos de la América Latina.
No puedo callar tu angustia, patria cruelmente azotada
por los bastardos imperios que te tienen humillada,
no puede callar mi canto el dolor diseminado
que se me atora en el alma y en clamor desesperado
quiero gritar a tus hijos con violencia y alegría,
hermanos americanos ¡Rebeldía, Rebeldía ...!
No más cárceles ni hambres, ni rodillas en el suelo,
no más míseras posilgas ni dolores sin consuelo,
no más chiquillos descalzos ni manos esclavizadas,
no más bestiales trabajos ni penas enmascaradas,
no más lágrimas ahogadas en el temor al tirano,
¡ levantemos la esperanza con un sueño entre las manos !
Destruyamos las fronteras de la patria americana,
elevemos nuestra frente al temblor de una campana
que de lejos resucita a encender nuestros anhelos
de reventar en el alma como tormenta en los cielos
aquel sueño que se entrega como en volcán o torrente,
de ser mil puños que luchan,
¡ DE SER UN PUEBLO QUE VENCE !
José Encarnación Alfaro Cázares.
